Por Patricia Machado – Coach y Asesora de Imagen

Durante años me vestí para cumplir expectativas.
Para cumplir con el “look profesional” que el entorno corporativo esperaba de mí. Para encajar. Para no incomodar. Para verme lo suficientemente seria, lo suficientemente “correcta”… pero no demasiado fuerte, ni demasiado femenina, ni demasiado “yo”.
Con el tiempo, y especialmente desde que empecé a trabajar con mujeres en procesos de transformación, descubrí algo que no solo me pasaba a mí: muchas nos sentimos desconectadas de la imagen que proyectamos.
Y lo más alarmante es que aprendimos a normalizarlo.
Esa desconexión tiene nombre. Y también tiene consecuencias.
Se llama síndrome de la impostora visual.
Cuando lo que muestras no se parece a quien realmente eres
Estamos hiperexpuestas visualmente.
Publicamos fotos, participamos en reuniones por Zoom, grabamos reels, actualizamos nuestras redes… pero, ¿qué tan coherente es esa imagen que mostramos con la mujer que somos en la vida real?
Muchas veces, sin darnos cuenta, empezamos a construir una versión de nosotras adaptada al algoritmo, al entorno o a las expectativas sociales.
🔸 Nos vestimos para agradar, no para expresarnos.
🔸 Elegimos colores que “se ven bien en cámara”, pero que no sentimos como nuestros.
🔸 Usamos filtros para corregir, suavizar o disimular.
🔸 Sentimos que nos vemos mejor en Instagram… que frente al espejo.
El resultado es una imagen fragmentada, que nos hace sentir incómodas, inseguras, y en muchos casos, impostoras.
¿Qué es exactamente el síndrome de la impostora visual?
Es esa sensación de estar actuando un personaje visual.
De mostrar algo pulido por fuera, pero sin autenticidad por dentro.
De temer que, si alguien viera nuestra “verdadera versión”, dejaría de confiar, admirar o valorar lo que somos.
Y eso nos pasa a muchas mujeres, incluso a las más brillantes, capaces y exitosas.
Porque hemos aprendido que para “encajar” o “triunfar” visualmente, tenemos que cumplir ciertos estándares: ser elegantes pero no demasiado llamativas, femeninas pero no vulnerables, poderosas pero sin intimidar.
Es agotador.
Y lo peor es que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta del daño que nos estamos haciendo con esa incoherencia visual.
¿Cómo saber si lo estás viviendo?
Quiero que observes con honestidad:
- ¿Te sientes diferente en cámara que en persona?
- ¿Usas ropa en redes que nunca usarías en tu día a día?
- ¿Te incomoda verte al natural, sin filtros?
- ¿Te comparas con otras mujeres que parecen más auténticas o “mejor presentadas”?
- ¿Sientes que tu clóset ya no representa tu propósito actual?
Si respondiste sí a más de una… es muy probable que estés experimentando el síndrome de la impostora visual.
¿Y cómo se supera?
La respuesta no está en un cambio de look.
Está en un proceso de reconexión con tu identidad.
En volver a mirarte desde la verdad, no desde la perfección.
Y eso es justamente lo que trabajo con cada mujer que llega a mí.
No se trata de ropa. Se trata de ser y parecer la misma persona.
Aquí te comparto algunos pasos reales que puedes empezar hoy:
1. Vístete para cómo te quieres sentir, no para cómo quieres ser percibida
Este es uno de los ejercicios más poderosos.
Pregúntate:¿Esta prenda representa el lugar emocional, profesional y personal en el que estoy?
¿Me conecta con la mujer que soy o con la que siento que “debería” ser?
2. Revisa tu reflejo emocional, no solo físico
Tu imagen debería hacerte sentir entera.
No solo “arreglada”.
Si lo que proyectas no te hace sentir representada, no importa cuántos likes obtengas… algo se rompe por dentro.
3. Deconstruye los tabúes estéticos que te limitan
- “Si me muestro real, no soy profesional”
- “Si me arreglo mucho, soy superficial”
- “Si me veo poderosa, intimido”
- “Si uso filtros, miento. Pero si no los uso, no encajo”
Todos estos son mandatos que hemos heredado.
Pero hoy tienes el poder de romperlos y crear un nuevo estándar: uno propio.
4. Haz una auditoría de tu imagen en redes
Ve a tu perfil y pregúntate:
¿Me reconozco en lo que estoy proyectando?
¿Esto también soy yo fuera de la pantalla?
Si la respuesta es “no”, entonces es momento de volver a ti.
5. Deja de pedir permiso con tu estilo
No necesitas que tu look sea validado por nadie más.
Lo único que importa es que te sostenga, te refleje y te empodere.No estás aquí para encajar.
Estás aquí para expresarte.
¿Y cómo ayuda el coaching y la asesoría de imagen?
Este no es un camino que debas recorrer sola.
Desde mi enfoque, combino herramientas de coaching ontológico, imagen estratégica y acompañamiento emocional para ayudarte a:
Desde el coaching:
- Reconstruir tu autopercepción
- Identificar y resignificar los juicios que cargas sobre tu imagen
- Trabajar el miedo a verte “demasiado” (visible, exitosa, auténtica)
- Clarificar tu mensaje emocional y visual
Empoderarte desde la coherencia, no desde el estándar
Desde la asesoría de imagen:
- Encontramos los colores, cortes y estilos que te hacen sentir tú
- Diseñamos una estrategia de estilo que sirva para tus redes y tu vida real
- Reestructuramos tu clóset desde el ser, no desde el tener
- Creamos una presencia digital que no te disocie, sino que te exprese
- Aprendes a verte y vestirte con sentido, propósito y seguridad
Cuando tu imagen externa refleja tu esencia interna, ya no necesitas filtros, poses ni comparaciones.
Solo necesitas habitar tu propia verdad con estilo, con intención y con poder.
¿Te estás mostrando en redes como quien realmente eres?
Si este blog resonó contigo, es momento de actuar.
💬 Escríbeme la palabra “IMAGEN REAL” por mensaje directo y te cuento cómo podemos trabajar juntas en un proceso de coaching y asesoría de imagen que transforme tu relación contigo, con tu estilo… y con tu autenticidad.